En una Atenas devastada por la deshonra, el tribunal de justicia decidió la pena del exilio para Cicus. La junta de penas se reunió para comunicarle al muchacho que debido a su homosexualidad debía ser expulsado de la   gloriosa Atenas.

  Helena y Ficus, padres de Cicus, avalaron esta decisión. El muchacho decidió partir esa misma noche hacia Esparta.

  Luego de caminar 4 días y 3 noches, Cicus había al fin llegado a su objetivo. Al cabo de una semana, el muchacho se enamoró perdidamente de un joven panadero llamado Nicus. Este joven era muy particular, ya que, aunque era un simple panadero,  tenía una gran relación con el hermano del rey Valentus.

  Un día le llegó a todos los pobladores de la ciudad una invitación al gran banquete que daría su señoría, el rey de Esparta, en honor al cumpleaños número 15 de su hermano Teseus. En la fiesta, Valentus quedó perplejo ante la belleza de Nicus. Cuando todos ya se iban del banquete, el rey invitó a salir a Nicus pero este tuvo que rechazar la propuesta del rey, ya que se encontraba en un relación con el joven ateniense. El rey, con una furia impensada, decidió la pena de muerte para los dos muchachos porque, según el rey, habían desacatado su autoridad.

  Cicus muy valientemente se enfrentó a la guardia real y con un gran uso de su espada pudo escapar junto a su amado. Emprendieron un largo viaje en barco hacia Atenas en busca de protección de la ciudad que había visto nacer al joven. Un día después, el poderoso Zeus se presentó ante ellos en forma de humano, pero no cualquier humano sino un homosexual. Zeus felicitó a Cicus por su acto de valentía y lo recompensó con el simple hecho de hacer que su pueblo lo aceptara tal como era.

  Al llegar a Atenas los pobladores los recibieron como héroes , pero ahora la ciudad tenía que enfrentarse a un gran problema, la furia de Esparta. El rey Valentus al enterarse de que Cicus y su amado estaban sanos y salvos en Atenas, decidió embarcarse en una gran guerra, que duró varios siglos. Así comenzó la debacle de Atenas.