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Juguetes perdidos

    

Me llamo Máximo y tengo una historia para contar.

Corría el año 1975. Todavía estábamos bajo el gobierno de Isabel Perón, en años previos a lo que se denominaría “Proceso de Reorganización Nacional”, cuando a mi papá se lo llevaron detenido. Era un preso político, es decir que su detención estuvo documentada. No todos tuvieron la misma suerte. Fue detenido en Villa Constitución, cuando apoyaba a los metalúrgicos clasistas de Acindar. Yo tenía tres años y mis recuerdos de esa época se basan en relatos familiares e históricos. Estuvo preso durante cuatro largos años en los que íbamos continuamente a visitarlo a las distintas cárceles a las que lo trasladaban. Estuvo detenido en la cárcel de Devoto, en el Chaco y hasta en Rawson, bien al sur. Todavía recuerdo cómo los militares nos revisaban a mi hermano y a mí aún cuando teníamos corta edad y eso era realmente muy chocante, para mí hoy en día eso era un reflejo del momento que se estaba viviendo en el país.

Hay anécdotas en mi familia que cuentan que en plena dictadura cuando mis papas volvían de algún lugar a su casa nunca lo hacían directamente, es decir que daban muchas vueltas con el auto antes de entrar a su casa por más que estuviesen cerca, sólo para asegurarse de que nadie los haya seguido.

    Lo recuerdo casi como un sueño, los militares entrando a la casa en medio de la noche, revolviendo los placares y llevandose a mi mamá presa. Estuvo detenida desaparecida durante 15 días, mi abuela comenzó una búsqueda exhaustiva y recorría a diario las calles de la ciudad. Hay una anécdota, que verdaderamente no sé si es del todo cierta, pero cuenta que ella estaba en el subte y al parecer tenía cara de desesperación a causa de la desaparición de la hija y una mujer se le acerca y le pregunta por qué se sentía mal, y mi abuela le cuenta que no encontraba a su hijita por ningún lado. Entonces la chica le dijo que se quede tranquila que ella la iba a ayudar y le da su número de teléfono. Mi abuela esa noche la llamó a ésta señora y le dijo que se quede tranquila que su hija iba a aparecer. Al otro día mi mamá aparece, así no más. Tal vez no sea del todo cierto, pero así lo relata mi familia. Ese tiempo en el que estuvo desaparecida lo pasamos con una chica que nos cuidaba a mi hermano mayor y a mí.

    Ya era obvio que nos teníamos que ir del país, hasta los militares nos habían dicho “mejor rajen” luego de que soltaron a mi viejo. Nos fuimos separados, mi madre, mi hermano y yo por un lado y mi papá por el otro, solamente para disimular un poco. Como algunos países se estaban manifestando en contra de la dictadura militar las ofertas para recibirnos en diferentes lugares del mundo fueron muchas, como Francia, Israel, México y Brasil. Este último fue el elegido para realizar el exilio. Allí nos recibió una familia argentina, había numerosos exiliados provenientes del mismo país, y luego de un tiempo mis padres se afirmaron más económicamente y pudieron alquilar un departamento. Allí nos becaron para ir a una escuela que era muy buena y tenía políticas excelentes para los exiliados. Mis padres luego de un tiempo consiguieron trabajo. El exilio comenzó en el ´78, justo el año en el que se ponía en marcha el Mundial de Fútbol en Argentina. Eso fue una gran pantalla para tratar de tapar lo que verdaderamente estaba sucediendo.

    En Brasil al ser tan chicos con mi hermano aprendimos rápidamente el idioma y hasta el día de hoy lo hablamos fluidamente.

    Volvimos a Argentina en el ´83 con el regreso de la democracia al país, para ese entonces yo tenía 9 años. Yo era muy chico en ese momento pero todo lo que sucedió durante ese lapso de tiempo me marcó y hace que hoy yo sea quien soy. Hoy en día recuerdo todo lo que vivimos con mi familia e, indudablemente, mis convicciones políticas se ven reafirmadas.

Sin duda, Brasil significa mucho para mí, es el país que en su momento nos dio un lugar para vivir, un lugar en el que con mi hermano fuimos a la escuela y nos hicimos muchos amigos. En su momento significó un enorme cambio en nuestro día a día, por razones obvias, sin embargo mis padres nunca dejaron sus convicciones de lado.

Llegar a Argentina luego de estar tantos años en el exilio fue tan extraño como cuando nos fuimos. Extrañamos en un primer momento a Brasil.

    Mi familia milita desde que tengo uso de razón, es común hoy en día que en las sobremesas la política ocupe un lugar central. Me sigo dando cuenta que todavía hay gente que esta dispuesta a modificar la realidad en la que vivimos.


 

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